Seguramente os haya explotado el LinkedIn y Twitter de noticias sobre Devo, el nuevo unicornio de ciberseguridad.
No quiero hacer más prensa de eso, lo que me apetece es comentar cómo han sido estos 9 años que llevo allí. Seguramente mi forma de explicarlo parezca un poco caótica pero me servirá para recordarlo en un futuro.
Me considero afortunado de haber entrado en 2012 en Logtrust (ahora Devo), siendo menos de 10 personas en la empresa, sin ser fundador, y haber tenido la oportunidad de aprender de grandes profesionales como (en orden alfabético): Daniel García Morán, Joaquin Diez, Juana Nuñez, Pablo Carretero, Pedro Castillo, Pedro Palao... Añadiría una larga lista de nombres pero ellos fueron los que más me "sufrieron" recién salido de la carrera.
Ver la palabra "unicornio" al lado del nombre de tu empresa es un privilegio y un sueño para muchos pero el camino hasta llegar aquí no fue fácil para nadie.
Nada mas entrar, recibí mi primera nómina con mas de 2 meses de demora porque no estaba automatizado en el banco. Joaquín y Dani se preocupaban por mi como si fueran mis padres. Me pedían que no viniera a trabajar hasta que no tuviera mis nominas saldadas, pero las ganas de aprender y la motivación que sentía por el proyecto hicieron que aguantara estoicamente. Dicho sea de paso, por aquel entonces vivía con mis padres por lo que no tenía muchas necesidades económicas. Ahora nos echamos unas risas Castillo y yo cada vez que lo recordamos.
Como no, cuando la empresa es pequeña, toca arrimar el hombro en todo lo que haga falta: programando, visitando clientes, montando mesas para nuevos compañeros, ayudando con las mudanzas a nuevas oficinas llevando cosas en el coche... Alguna vez que otra hice demos de producto a gente que no conocía de nada como si me tratase de un comercial, pero para lo que me habían contratado era para programar. Así hice, programar y programar durante largas sesiones, acostándome a las tantas pero como siempre, con una sonrisa de oreja a oreja. Por aquellos tiempos programar era más fácil. Eramos pocos, había pocas distracciones y además tampoco había bloqueos entre nosotros. Siendo fullstacks, casi todos podíamos hacer de todo y sabíamos en qué trabajábamos cada uno en todo momento. Reconozco que fueron épocas muy muy duras de trabajo pero siempre estábamos felices y motivados.
Comparándome con mis compañeros, me sentía muy atrasado. Quería entregar cosas más rápido y correctamente como el resto. Por eso tenía que echar mas horas, porque me quería poner al mismo nivel que mis compañeros. Acostarse tarde y echar horas como locos era algo que hacíamos todos, no solo yo. De hecho, recuerdo a Pedro Castillo aguantando despierto a mi lado mientras programaba algo importante a las 4 de la mañana para enseñárselo a un cliente ese mismo día. Recuerdo también abandonar las oficinas de un cliente a las 2 de la mañana con otro compañero. En todo momento mis compañeros me fueron guiando y enseñando. La mayoría de lo que sé, se lo debo a ellos.
Hubo momentos duros donde nuestra confianza en el proyecto afloró aún más. Un verano Joaquín nos dijo que la situación financiera no era buena, que podía ser que los siguientes meses estuviéramos trabajando sin recibir nuestra nómina a la espera de encontrar clientes o inversión. Al final se solucionó, pero nadie abandonó el barco.
Por supuesto ha habido muy muy buenos momentos también.
Instauramos los viernes de pizzas y birras, hicimos innumerables excursiones a la discoteca "100 por 100" de Madrid, fuimos al Oktoberfest (del WiZink), fuimos a esquiar a Valdesquí, a cenar a casa de Castillo unas 60 personas, tomar un cordero expresamente preparado por Castillo (nuestro CEO), descorchar botellas de champagne después de cada ronda de inversión... Todo eso siempre acompañado con un buen rollo y buen ambiente que se respiraba en la oficina en todos los equipos. Incluso teníamos una mascota que se convirtió en héroe de guerra, "platillitos" (con sus historias de contra-espionaje y todo). Al final, tuve suerte de dar con gente así. Se hacía muy fácil ir a la oficina.
Como anécdota, en nuestros inicios les gasté una broma a Joaquín y Dani enseñando una entrada del blog de nuestros competidores, Loggly, donde salía nuestro nombre. Los dos vieron la noticia con un brillo de ilusión en sus ojos pero cuando les destapé la realidad se llevaron un chasco... Ahora sería Loggly la que se enorgullecería de verse citada en nuestro blog.
Hemos crecido como profesionales y como amigos, pero también como empresa.
Crecer puede sonar aburrido porque se añade más burocracia y más procesos pero es algo necesario que tiene sus cosas buenas. Se hace necesario traspasar el conocimiento, definir procesos para que todos sigamos una forma de trabajo, tratar de mantener la cultura de empresa... Sobre esto último, cuando sois 20 personas es asequible pero a medida que entran en juego personas que trabajan desde otras ubicaciones, la cosa se complica. Lo dicho, suena aburrido, pero una vez ves que va pillando ritmo, le coges el gusto y sientes la inercia que va ganando la empresa.
Y la pregunta del millón, cómo hemos llegado hasta aquí? Ha sido una mezcla de (por orden de importancia): gente, trabajo muy duro, visión, suerte y momento del mercado.
Lo más importante ha sido la gente, todos los que conozco (nuevos o antiguos) son muy buenos en algo porque tienen mucha experiencia o tienen mucha actitud. Tener gente con actitud te mantiene motivado porque ves que hay ganas por aprender y hacer. Gente con conocimiento es necesario también porque te mantiene humilde y con ganas de mejorar.
Muy importante también el momento del mercado y cómo hemos ido cambiando nuestra visión. Empezamos siendo un SIEM, luego herramienta de big data y finalmente volvemos a los orígenes con la ciberseguridad. Todos los momentos nos han hecho crecer, había que aprovechar el tirón en cada momento y los líderes lo han sabido interpretar.
Por qué se tarda 10 años y otros tardan mucho menos?
En España por desgracia crecíamos muy lento porque carecíamos de algo fundamental, confianza. Muchas empresas nos cerraban las puertas porque eramos una empresa de software español. Al parecer, los españoles teníamos mala fama desarrollando software y los propios compañeros informáticos españoles no se fiaban. Qué paradoja, ¿no? ¿Cómo vas a querer que te valoren a ti si tu tienes una visión tan pesimista de tus mismos compañeros?
Esto mismo nos ocurría en EEUU, para poder vender allí, necesitas estar basado en EEUU y tener a gente trabajando allí, si no, no hay negocio.
Antes de desembarcar allí ocurrió una anécdota curiosa con una empresa enorme de seguridad. Nos presentamos a un proyecto donde nos encontramos a casi todos nuestros rivales. El problema a resolver era tan complejo que quitaron de en medio a casi todos nada más empezar. Pero allí estaba Logtrust, con Pedro Castillo, Palao y Carretero dispuestos a dejar el pabellón bien alto. Vaya si lo hicieron! Conseguimos ingestar la cantidad de datos que nos pidieron usando unas pocas máquinas de Amazon. Este cliente tenía mas de 100 servidores dedicados (ultra caros) que necesitaban un montón de operadores (esto supuso un gol por la escuadra desde el minuto 1). En cuanto a las pruebas de rendimiento, ingestamos los datos mucho mas rápido y sacábamos resultados de las consultas en tiempo récord. Ellos tardaban en resolver las consultas en orden de "horas" y nosotros apenas minutos. La primera vez que hicieron la prueba, la query en Logtrust tardó casi 10 minutos. Palao se quedó sorprendido y dijo que se podía mejorar... configuró mejor el motor de consultas y tardamos menos de 2 minutos en obtener el resultado. Conclusión? La empresa nos compró algo? No! Se quedaron con la mosca detrás de la oreja. Primero pensaron que hacíamos trampas, luego, vieron que había quedado demostrado que estaban muy atrás y cerraron ese proyecto para analizar internamente qué estaban haciendo mal. La parte buena de esa empresa es que uno de sus empleados, sorprendido por nuestra tecnología, se vino a trabajar con nosotros. Así, poco a poco tuvimos más y mas reputación. Hasta ahora.
Con qué etapa me quedaría? Siempre idealizamos el pasado, la nostalgia le da un plus... pero es cierto que sigue siendo igual de emocionante, se sigue aprendiendo, conoces un montón de gente y sigues desempeñando un montón de tareas distintas.
Hoy echo la vista atrás, veo como se ha ido sumando gente a la empresa, como cada vez más clientes creen en nosotros y te das cuenta con una sensación de orgullo, que ya no somos "4 mataos", que somos un unicornio.
Un unicornio* de gracias a todos los que hicisteis posible esto y gracias a los que siempre creísteis en nosotros.
*Unicornio es la nueva unidad de medida internacional cuyo valor es superior a 1.000.000.000
Estoy muy orgulloso de haber aportado un pequeñito grano de arena a todo eso :) Espero que todo os sigo yendo igual de bien o mucho mejor, porque os lo merecéis.
Un abrazo, "casi-founder"!